miércoles, 13 de febrero de 2013

Qué afición más fea

           En 2011, antes de que se acabara mundo, la ex-ministra Leire Pajín sugirió multas de hasta 500.000 euros por llamar feo a alguien ¿¿¿Mentiroso yo??? No me lo invento jijiji, lo juro, he aquí la prueba.  Adiós a la humillación, a las palabras poco amables, a los motes de pueblo, a señalar con el dedo y, cómo no, a esas entrañables referencias hacia nuestras queridas madres. España convertida en paraje idílico, con agua cristalina brotando de las fuentes y preciosas mariposas revoloteando en armonía. Más que ante una noticia parecemos estar ante un chiste (y de los buenos). Señora ex-ministra, sin ánimo de ofender, me parto la caja  con usted ¡Es digna de figurar en los anales de la historia!  Hoy sabemos que la llamada "Ley de igualdad de trato y no discriminación" nunca pasó a mayores, faltaría más, pero...¿Imagináis que sí? La que se hubiera armado, señor mío...¡Con lo que nos gusta poner a parir a la gente! Para otra cosa no, pero para faltar al respeto los españoles contamos con un talento natural, un don celestial ¡¡Somos de insulto fácil!! ¿Cómo iban a despojarnos de tal privilegio tras tantos años elaborando mofas? Ofensas las hay de todo tipo, desde las más simples (Feo, tonto, gafotas o bacín) hasta las más complejas (Corre-liebres, pisa-mostos, roba-esteras, salta-acequias o pudre-colchones). Menudas joyas del léxico hubiéramos perdido.


              Cristiano Ronaldo, nada más pisar estas tierras, ya se percató de nuestra peculiar afición "En España me insultan mucho más que en Inglaterra. Siempre me llaman hijo de puta o corean muérete" Lo siento mucho Cris, sé que estarás preocupado, pero son nuestras costumbres y hay que respetarlas...Las tradiciones por algo están.  Aquí nos ultrajamos hasta entre amigos ¿Quién no ha visto a dos colegas saludándose con "Qué pasa cabrón" o "Ven aquí mariconazo"? Todo está bien si se hace con cariño. Se insultan los niños, se insultan los padres, se insultan los abuelos...Qué buen ojo tenemos para sacar defectos, qué vista de halcón. Que si calvo, que si gordo, que si esmirriado, que si apestoso, que si sucio, que si bobo, que si narigudo, que si sosainas...¡Aquí no se libra ni el apuntador! Cuando charlas con alguien, si se acaba la conversación, nada mejor que ponerse a despellejar a vecinos, novios o cualquiera que nos venga en mente ¡Ni a los muertos se respeta! El insulto también es un recurso muy útil en caso de duda o falta de entendimiento. Vean como ejemplo el siguiente diálogo.

¿Sabes a quién he visto esta mañana?
¿A quién?
Al Tomás ¿Te acuerdas del Tomás?
Mmmm...No caigo ahora.
Que sí, mujer, que sí...Ese que estuvo por las Américas.
Ni idea ¡Qué memoria la mía!
A ver que piense...Ese que sacó dos carreras y se colocó de abogado.
Déjalo, que da igual.
¡Joder! Uno gordo, medio calvo y cojo ¡Le olía el aliento a sardinas!
¡¡Ah sí!! ¡¡El Tomás!! ¡¡Haber empezado por ahí!!


           Teniendo en cuenta que la ofensa forma parte de nuestra identidad, queda claro que la citada ley contaba con menos futuro que un comentarista tartamudo. Poniéndonos en el hipotético caso, el español medio se encontraría incluso más arruinado que en la actualidad y los feos serían los nuevos multimillonarios. Nacer horroroso produciría mayor excitación que ganar la mismísima lotería...Sólo habría que esperar al insulto pacientemente y lanzarse a poner demandas "Qué suerte tienen algunos de ser tan feos". 

1 comentario:

  1. Vale que la ley era un tanto absurda, pero sí es cierto que a mí personalmente me molesta que siempre se esté ridiculizando a la gente por sus defectos. Y lo peor es que hay tanta gente "respetable", "guay" y "divina" que se merecería los mayores insultos del mundo y, sin embargo, se pasean por ahí recibiendo reverencias por donde pasan. Como de costumbre, el mundo al revés.

    ResponderEliminar