viernes, 29 de marzo de 2013

Once a week English, lesson 1

             Con esta entrada inauguro sección, esperando que sea de utilidad para todos aquellos que visitáis  Rincón de Moisés. Estudiar inglés, como maestro que soy, es una de mis obligaciones (y aficiones) diarias, por lo que veo interesante dedicar un día a la semana para compartir con vosotros algunos descubrimientos interesantes que voy haciendo en esta lengua tan infinita. Como ya habréis observado, la sección se titula "Once a week English" y contará con una lesson (lección) cada Friday (viernes). Para quienes no estén muy puestos, aclararé que -once a week- no significa 11 veces a la semana ¡Sólo una! Por ejemplo, I go shopping once a week = voy de compras una vez por semana. Si lo hiciéramos 2 veces por semana, la expresión cambiaría a -twice a week-. Para tres, cuatro, cinco o más veces, utilizamos -three/four/five/etc times a week-. Como veis, no solo utilizamos la palabra time para referirmos a la hora (What time is it?), sino también para nombrar las veces en que hacemos algo (She plays tennis three times a week = Ella juega al tenis tres veces por semana). Ya sé que algunos os lo sabíais de rechupete, pero repetir es la clave de aprender. Damos comienzo pues a ONCE A WEEK ENGLISH!!


               Me asombra (It amazes me) lo malamente que nos enseñan English ¿Cómo es posible que tras años y años de estudio no sepamos ni siquiera comunicarnos correctamente in a restaurant?  This morning me he puesto manos a la obra y he buscado vocabulario y expresiones realmente útiles (Really useful) que francamente muy pocos conocemos. "Eating out" significa, literalmente, comiendo fuera.

              En ciertos sitios tendremos que reservar mesa "To make a reservation" (I would like to make a reservation, please). Entonces nos preguntarán cuántos somos, y responderemos por ejemplo "There are four of us" (Hay cuatro de nosotros). Aunque parezca mentira, no podemos decir  "We are four" (Nosotros somos cuatro) ¡Estaría mal! 

             Si no queremos que nos roben el abrigo (The coat), deberíamos pasarnos por el "Coat check" o "Coat room", en castellano: el guardarropas. 

              Los que somos muy carnívoros, solemos tener problemas. A veces está muy hecho "Overcooked" y otras poco hecho "Undercooked". Si nos gusta casi crudo debemos pedir el filete "Medium rare" o "Medium".  Si lo queremos más hecho "Medium well" y muy hecho "Well done"

               Para terminar llega lo más doloroso, pagar la cuenta "To pay the bill / check" o "To settle up". Si somos generosos podemos dejar propina "To leave a tip". En caso de que seamos unos delincuentes, podemos irnos sin pagar "To do a walk out". Si da la casualidad de que nos encontramos un pelo en la sopa, quizás el establecimiento se hace cargo de los gastos y el camarero dice algo como "It is on the house" (paga la casa). 


ENJOY YOUR FOOD!! (Que aproveche)

miércoles, 27 de marzo de 2013

Recuerdo

              No recuerdo lo que cené hace dos noches, y pronto olvidaré lo que todavía mastico. No sé con quién hablé esta mañana, y mucho menos recuerdo la conversación. Tampoco recuerdo el precio de esta camiseta, ni siquiera dónde o por qué la compré. Mi teléfono está plagado de números desconocidos que un día creí interesantes de guardar. He olvidado por qué me peinaba de forma tan ridícula y pierdo la paciencia tratando de encontrar las llaves antes de salir. También, quizás a posta, hoy he olvidado fregar los platos. Mi memoria hace aguas, pero recuerdo perfectamente tu mirada. Esa mirada que se alegraba de mirarme y paralizaba mi reloj. Esa mirada que buscaba la mía en cada bar y se hacía la tonta al encontrarla. Esa mirada luminosa que  me hacía temblar como un  puñetero flan en la nevera. Cierro los ojos, viajo sin billete hasta  aquellos momentos y, por un instante, siento lo que sentía. Me ves, te veo, sonreímos. Odio tener que recordarlo, pues solo se recuerda lo ya perdido.

sábado, 23 de marzo de 2013

Matar el tiempo

                Hace más de 2.000 años, Nemrod, nieto de Moisés, plantó un palo en el suelo e inventó el reloj. Fue el primero en dividir el día y la noche en doce horas, respectivamente. Está mal decirlo siendo de la familia, pero...¡Mi nieto es tonto! Por su culpa llevo a mi peor enemigo atado en la muñeca. Ojalá le hubiesen dado una colleja a tiempo ¿Quién le mandaba inventarlo? Estos críos de hoy siempre saliéndose con la suya...¡Y lo que es más grave! ¿Por qué hizo los días de 24 horas? ¡No da tiempo a nada! Terminas de trabajar y ya tienes que echarte a dormir. Al menos, ya puestos, podría haber hecho las noches más largas para pegarnos mejores juergas. En fin, el chaval tenía pocas luces...¡Ahora me paso el día contando minutos! Siempre apurado, siempre preocupado por si llego pronto, tarde, o no llego. Tiene narices que algo ideado para controlar el tiempo acabe controlándonos a nosotros. Lo lanzaría por la ventana, lo aplastaría con un martillo, lo acuchillaría sin piedad. Lástima que sea él quien nos mata, y no al revés.

                   
         

            Hora de levantar, hora de trabajar, hora de coger el autobús, hora de acostar. Mi reloj es jefe y amigo; me organiza, me avisa y me mete prisa. Me da tiempo y me lo quita...Si lo miro me cabreo; si no, me pierdo ¡Lo ojeo tanto que creerá tenerme enamorado! Ni contigo ni sin ti, reloj. Cuanto más te necesito más te odio, extraña relación. Empiezo a pensar que sólo eras bonito tras el cristal de aquella tienda ¿Por qué tuve que comprarte? Pesas en la muñeca y aún más en la mente, me obligas a correr más que tus agujas. Muero de ganas por tener vacaciones, para encarcelarte en un cajón y dejar que el sol borre de mi brazo tu huella blancucha.


                   

                  No sé vosotros, pero cada día que pasa valoro más los minutos. Cinco para leer las noticias, 15 para comer,  4 de descanso para un café, 22 para ver una serie, 10 para regresar a casa y  6 para esa cerveza fría. No es lo mismo un minuto más en la cama que uno menos, adoro robarle tiempo al reloj bajo las sábanas. Ese minuto interminable para salir del trabajo, o ese minuto di-minuto antes de entregar un examen. Un simple minuto para impresionarte o meter la pata, un minuto de gloria o de bajón. Minutos que se olvidan...minutos que recuerdas. Gracias por gastar algunos leyendo este blog. 
             

martes, 19 de marzo de 2013

En busca de talentos XIII


                Si esto no es pasárselo bien, que baje Dios y lo vea. Este tío desayuna ritmo por las mañanas ¡Qué coordinación! Tratad de poneos en su situación, tocando completamente distinto con manos y pies ¡Incluso se atreve a cantar! Una pena que cuando vamos a los conciertos sólo tengamos ojitos para el cantante ¿Quién tiene más mérito?


sábado, 16 de marzo de 2013

Hasta los mismísimos

            Cinco años dedicado a la educación primaria; cinco años aguantando burlas, ofensas y menosprecios hacia mis estudios y profesión.  Está de moda reírse de los maestros y, personalmente, no veo qué interés  se puede tener  en desprestigiar un oficio del que prácticamente no se conoce nada (Ni siquiera yo, tras todo lo trabajado, alcanzo a comprender todo). Incluso personas incapaces de terminar sus carreras o, sin ir tan lejos, aprobar  un bachiller, se permiten el lujo de mirarme por encima del hombro ¡A ver si voy a ser tontito y no me había dado cuenta! Hablar sin tener ni idea es una costumbre peligrosamente extendida, y lo peor es que quienes la practican ni siquiera se percatan. Hablar por hablar...Criticar y juzgar de oídas... "Si lo dijo no sé quién será verdad". Nunca me ha atraído desprestigiar oficios, sencillamente porque no tengo ni idea de lo que otros hacen o dejan de hacer.  Supongo que cualquier persona que decide dedicar su vida a algo merece un respeto. Cuando critico, critico a los míos, pues de eso es de lo que entiendo. Que yo sepa, incompetentes hay a puñados en todas partes. No los busquen en casa del vecino, quizás les baste con mirarse al espejo.


¿Ya has terminado la universidad? ¡Vaya! ¿Qué estudiaste?
Magisterio
(Defraudado) Bah, pero eso es fácil; no tiene mérito.

         
             Conversaciones como esta he tenido a patadas. Algunas veces me hierve la sangre; otras simplemente me callo y les doy la razón como a los tontos. Para muchas personas sólo existen dos puntos de vista: el suyo y el equivocado. Si tratas de defenderte y comentas algo que rompe sus esquemas, simplemente alzan la voz y alegan que es mentira. Primeramente...¿Desde cuando se estudia una carrera porque sea difícil?, y segundo ¿Han estudiado magisterio o trabajado como profesor para poder hablar con tanta ligereza?. Es tan absurdo como quien tras una carrera de F1 suelta "¡Estaba claro que había que poner neumáticos intermedios!", y lo dice desde su sofá mientras pela unas pipas. O vivo rodeado de superdotados o no me lo explico. También están los que dicen "Yo tuve un amigo de magisterio y se pasaba el día pintando y cantando chorradas". Dudo mucho que su amigo se pasase así todo el día, más que nada porque en tres años yo sólo hice un par de manualidades (En plástica, asignatura de libre elección).   También dudo mucho de que, hablando así de él, siga siendo su amigo. De todos modos, poniéndonos en el supuesto de que sólo cantamos y pintamos, no es a nosotros a quienes debieran criticar. Más bien a los profesores de universidad, todos ellos licenciados y doctorados. Diré más, ojalá me hubiesen hecho cantar. La canción es uno de los métodos más efectivos para la enseñanza de las lenguas (Y no lo digo yo, lo dicen verdaderas eminencias). 
Las canciones contienen lengua auténtica, proporcionan vocabulario y gramática, permiten trabajar la pronunciación y favorecen tanto el conocimiento de los aspectos culturales de la lengua de estudio, como la asociación de la lengua a la cultura. A todo esto hay que añadir el poder de la música para estimular las emociones, la sensibilidad y la imaginación sin olvidar las consecuencias que se derivan de la capacidad que poseen las canciones para “engancharse” a nuestra memoria.
           
         Existe la estúpida creencia de que, como enseñamos cosas aparentemente sencillas, nuestro oficio es sencillo "Para enseñar los animalitos y los colores no hace falta una carrera" . Permítanme que me descojone de su ignorancia. Enseñar a un niño las letras, los sonidos, los números, los días de la semana, los meses o algo tan evidente como distinguir entre derecha e izquierda, es doscientas veces más complicado que enseñar la aplicación de fórmulas matemáticas a un ingeniero. Deténganse un instante, eliminen de sus cerebros todas esas concepciones absurdas, y piensen por un momento que un niño no sabe NADA ¡A un niño hay que enseñarle hasta a coger el lapicero! Yo mismo he dado clases a adultos y es un paseo en comparación. Enseñar a leer y a escribir es un completo quebradero de cabeza y las profesoras de infantil lo consiguen diariamente con 27 renacuajos en el aula ¡Me quito el sombrero ante ellas! Mostrarles la diferencia entre una suma y una resta es casi escalar una montaña, por no hablar de cuando les introducimos los decimales. De hecho, si no fuera por nosotros los maestros, esos que ahora se nos ríen serían completos analfabetos.


miércoles, 13 de marzo de 2013

En busca de talentos XII

               Freddy Mercury es irremplazable, nadie lo puede negar, pero este tío es increíble ¡Por momentos parece tener su misma voz! Hay que tener un par para ponerse a imitarle y no hacer el ridículo.



                 Y hablando de Queen, cómo no enseñaros a este maestro interpretando Bohemian Rhapsody. Dudo que en lo que me queda de vida pueda tocar la mitad de bien que él. 

domingo, 10 de marzo de 2013

Superbebientes

               Si algún día tengo hijos, supongo que seré el típico padre modélico cargado de consejos y prohibiciones "No pases tantas horas en el ordenador" "No vengas tarde" "No salgas con esa gente" "No te metas el dedo en la nariz" "¡No digas palabrotas!". Con los niños nos gusta jugar a ser policías, tenemos la convicción de saber qué les conviene en cada momento. "Esto no se hace", "Aquello no se toca", "Esto no se dice" y, mi preferida, "¡Eso es caca!" Cualquiera juraría que jamás hemos roto un plato, parece que ya nacimos viejos. Toda la infancia aborreciendo esa retahíla de normas para después terminar poniendo las mismas o peores. Con mis alumnos, quieras que no, también me las suelo dar de padre cansino. El otro día hasta les hablé de los beneficios de la fruta y la verdura ¿¿¿Cuándo narices he disfrutado yo con las acelgas??? En fin, no tenemos remedio alguno. Seguramente, cuando tenga retoños, tampoco querré que prueben gota de alcohol "Pídete coca-colitas hijo, que es lo más rico" "Para pasárselo bien no hace falta beber" "A tu edad yo estaba comiendo pipas en el parque". Lo cierto es que no salgo del bar desde que tenía 16 y, para qué engañar, emborracharse con  los amigos es uno de los mayores placeres habidos y por haber. 

              Cuando hago memoria y pienso en los grandes momentos de mi vida, casi siempre tenía un vaso entre las manos. Quizás este hecho no diga demasiado de mi, pero no hay nada como reunirse con los golfos de siempre y empinar el codo hasta mearse de la risa (Si bebes cerveza te meas literalmente). Se esfuman los exámenes, los jefes, las facturas y la vergüenza. Olvidas el reloj y te concentras en las brillantes miradas y enrojecidos mofletes de los allí presentes. Todos sonriendo, todos con algo que aportar. Cada pocos minutos se brinda y cualquier motivo es bueno "Esta por los colegas" "Esta por aquella golfa que te puso los cuernos" "Esta  por la cara de tu madre cuando te vea llegar". Si algo nos encanta es airear los trapos sucios del resto y contemplar cómo se ponen, si cabe, aún más rojos. Todo vale cuando se bebe en buena compañía, todo se dice desde el cariño "Tú novia está buena" "Cada día estás más feo" o "Preséntame a tu hermana, cabronazo". Las viejas anécdotas se rememoran sin pausa y se convierten prácticamente en leyendas mitológicas "¿Recuerdas aquella vez que nos cacheó la guardia civil?" Cada vez que las cuentas añades más fantasía y acabas por creerte hasta las mentiras.

                Con 15 años algún valiente robaba vino de su padre y lo traía escondido en la chaqueta cual tesoro. Lo tomábamos a escondidas, nerviosos, como si se estuviese cometiendo un delito. Un traguito bastaba para ponerse completamente piripi y caminar haciendo eses ¡Te entraba la risa floja! A veces te emborrachabas con olerlo y otras simplemente con leer la etiqueta ¡Qué poderosa es la imaginación! Si había chicas delante todo era poco para impresionarlas, a cual más borracho. No sé qué manía tenemos con querer impresionar a las chicas haciendo el gilipollas, pero es algo que hacemos de por vida (Y lo peor es que a ellas parece gustarles). Después comienzan los botellones en parques a pesar de que esté helando, por no hablar de cuando papá y mamá te dejan ir en autobús a las fiestas de otro pueblo. Entrar en los bares es todo un acontecimiento, sobre todo si eres menor. Ahora parece estar más controlado, pero hubo una época en la que los pubs parecían guarderías. Caminábamos sacando pecho y mandábamos a pedir al que tenía más barba.  La universidad ya es el colmo de los colmos...Cada jueves hay juerga por cualquier motivo y, a altas horas, las discotecas parecen un episodio de "The walking dead" (Es una serie de zombies).

Tranquilos, que antes de marchar lo limpian todo.

              Cabe mencionar que no todos los borrachos son iguales, especialmente si nos pasamos de la ralla. A cada uno le da por una locura distinta en función de su personalidad y de la cantidad ingerida. Los hay graciosos, bailarines, ligones y románticos, pero también los hay que dan verdadera pena, miedo y asco. Creo que el alcohol multiplica tanto las virtudes y como los defectos. De entre todos los tipos el que más odio es el agresivo. Esos que se creen Arnold Schwarzenegger y quieren zurrar a cualquiera que les roce, les pise o les mire. También aborrezco a los que te hablan muy de cerca y no dejan de echarte el aliento. Veamos más categorías:
  • El borracho zombie: huele mal, no se mueve por sí solo y emite sonidos inteligibles. Normalmente algún buen samaritano termina llevándole a casa.
  • El borracho saltarín: sus chistes sólo tienen gracia para él mismo, baila como si un alien le fuese a salir del cuerpo y espanta a todas las mujeres. Luego dice que no se acuerda.
  • El borracho depresivo: recuerda hechos amargos de su pasado, como el día en que cortó con su novia o el día en que murió su perro. Trata de contárselo a todo el mundo  e incluso termina llorando.
  • El borracho Pavarotti: se pone a cantar cualquier cosa, ya sea sólo o con otros Pavarottis (El himno de su equipo, Nino Bravo, serenatas de despecho...)
  • El borracho currante: sólo habla de estudios y trabajo. 
  • El borracho Yelsin: coge una botella de algo fuerte y se la bebe a palo seco.
  • El borracho exhibicionista: le gusta enseñar sus partes en público. 
  • El borracho Travolta: baila de formas muy extrañas y cree hacerlo bien, pero todo el mundo se le ríe. Tropieza con la gente, tira copas y, si tiene suerte, encuentra a otro de su especie.
  • El borracho mobiliario: está muy cansado. Se queda apoyado en la barra y termina formando parte de la decoración. No molesta.
                 

domingo, 3 de marzo de 2013