martes, 23 de diciembre de 2014

Mis mañanas

DEBER CONTRA QUERER



Me despierto por ciencia infusa y froto mi cara con empeño, casi como amasando pan. Todo parece estar en su sitio. Atravieso un periodo utópico de unos tres segundos hasta caer en la cuenta de que es día laborable. JODER. Mi única esperanza es que todavía sean las 5; podría dormir otras dos horas. Acerco temerosamente el reloj de pulsera a mis pupilas pero no doy con el botón de la luz. Pulso el cronómetro repetidas veces, me rindo. Fantaseo con atrincherarme, hacerme invisible, pedir la baja o la independencia. El idioma oficial de mi habitación sería el lloriqueo. No quiero ser adulto, no leí la letra pequeña, el mundo exterior me importa un [...].  Tras tanta pataleta resuenan en mi móvil los primeros acordes de "Baby blue", ES LA HORA. Pensé que fijar como alarma una canción así haría del proceso algo más llevadero, pero ahora la odio a muerte. La odio a ella y a todas sus antecesoras. Lo cierto es que hay pocas cosas que no odie a las siete de la mañana, ni siquiera le abriría la puerta a Jessica Alba. Pienso en mi padre, en cómo lleva 30 años levantándose a las seis. Le admiro, es un hombre, yo vete a saber. Decido apurar la puesta en marcha otros 12 minutos, es mi forma de desafiar al mundo.


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TÚNEL DE LAVADO

El suelo del baño está pasmado. Dejo sobre el lavabo la ropa que me acompañará hoy, mi armadura de guerra. La he elegido en 30 segundos, con suerte hasta combina. Me deshago del pijama y enciendo la ducha. El agua irrumpe con fuerza, resuena contra la bañera, salpica las paredes con violencia. Reconozco ser un maniático de la presión, es lo primero que compruebo al alquilar un piso. ¡Mierda, no coge temperatura! Supongo que la caldera también está de lunes. Miro el grifo fijamente, como si pudiera calentar con los ojos, y sorprendentemente  funciona. Suspiro, me sumerjo, que se haga la espuma. La sensación es agradable. Comienzo a repasar mentalmente el plan del día, asignatura por asignatura, actividad por actividad. Trato de organizar mis ideas, qué utilizar, qué desechar, qué retocar, con quién charlar. Estrujo el bote de champú, ya casi no queda. En escasos treinta minutos estaré frente a 25 alumnos, serán más de 100 para cuando regrese a casa. La semana pasada di auténtica pena y he de equilibrar la balanza, necesito volver a sentirme el puto amo de la enseñanza. Suelto la esponja y comienza el aclarado. Quedan seis horas por llenar con mi voz, mis idas de olla y mi paciencia. Niños contentos = familias satisfechas. Sé que si el jefe no habla es porque las cosas van bien, el mío ni sabe mi nombre. Me dice "hola Samuel" y tengo miedo de llevarle la contraria. Samuel tampoco está tan mal. Alargo el brazo, no hay toalla. A ver cómo me las arreglo.       
                 

2 comentarios:

  1. Como siempre muy bueno mister "puto amo de la enseñanza" =)

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  2. Eres increíble, como conviertes algo tan simple como levantarte por la mañana en una aventura. Muy bueno.

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