miércoles, 1 de agosto de 2012

Buen viaje

           Sin ilusiones somos auténtica chatarra perdida en un desguace. Vehículos sin combustible que se oxidan y llenan de polvo lentamente hasta olvidar su esencia. Nos hacen sentir, vibrar, reír y llorar. Son chispas que encienden el motor de la vida y consiguen que el viaje merezca la pena. Luz en la mirada, mariposillas en el estómago, prismáticos orientados hacia la meta, conjeturas que dan los buenos días y las buenas noches o pastillas contra el aburrimiento. Nunca se es demasiado viejo mientras se observe el mundo con ojos de niño.

             
         Es curioso eso de estar ilusionado ¡Con lo realistas que todos decimos ser! Construimos y construimos sobre simples corazonadas que nacen de diminutos sucesos, una completa locura ¡¡Pero nos da  absolutamente igual porque nos hace felices!! Somos como ese pobre hombre perdido en el desierto que avista un resplandor y jura ver agua "Sí, sí, esa chica me miró y sé que le gusto" "Está claro que van a contratarme, el jefe me sonrió" "Este año la lotería acabará en cinco" "Seguro que no me felicitan porque tienen preparado algo mejor" o cualquier cabila que nos mantenga encendidos hasta el mismísimo final. Si corre algo de viento y la llama tiembla, la rodeamos con las manos para que no se apague. Menudos somos...

               La mayoría de las veces disfrutamos más del viaje que del destino. Esa cosilla de no saber qué pasará, esos nervios, esa idealización...La mente maquilla de un modo casi perfecto. Llegado el momento, descubierto el pastel, existen dos posibilidades: hundirse en el pozo que nosotros mismos cavamos con tanto auto-engaño o, con suerte, disfrutar la gloria mientras se busca desesperádamente otra ilusión que nos devuelva la chispa. Subir una montaña y ya estar pensando en escalar la siguiente ¡Bendito inconformismo que pone pimienta al vivir!



1 comentario:

  1. Lo mejor cuando llegas es cerrar los ojos y a por la siguiente asi no existe desengaño

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