miércoles, 18 de julio de 2012

Las orejas al lobo

         La mayoría de los que nacimos allá por los 90 estamos sufriendo en nuestras carnes el cuento de Caperucita Roja. Aquella historieta no estaba entre mis preferidas ni siquiera de niño, yo era más de Peter Pan y quizás por eso me duele tanto crecer. De todos modos, como entonces hacíamos lo que la "profe" mandaba, me la leí de pe a pa. Casualidades de la vida tuve que analizar a fondo el dichoso cuentecito en la universidad, encima in English. Dichosos hermanos Grimm...Pensé haber escapado definitivamente de él y, mire usted por dónde, ahora hasta lo protagonizo a jornada completa. La casita de la abuela cada vez está más lejos y el bosque no deja de hacerse más y más espeso. Para cuando llegue ya ni se acordará de mi.


            Pensábamos que la vida iba a ser jauja ¿verdad? Qué buen momento escogimos para nacer ¡Qué listos! Papá y mamá con trabajo, pisito fantástico, cochazo, vacaciones cada verano, regalitos en navidad,  Internet hasta en la sopa, mp3, mp4, móvil y motito a los 15, propina todos los viernes, televisión de plasma, modelitos fashion...Con hincar los codos ya teníamos bastante sufrir y algunos ni ESO. Escuchar lo dura que pintó la vida de nuestros abuelos nos sonaba a verdadera película. Teníamos tanto morro que hasta lloriqueábamos si al vecino le compraban mejor consola...Ahora lo que necesitamos es consuelo. Me da que nosotros también seremos abuelos cansinos si es que podemos pagarnos unos nietos.

              La alegre Caperucita estaba la mar de bien en casa de su mamá. Allí creció sana y salva, siempre a mesa puesta. Cualquier problemilla le suponía un charco donde poder ahogarse,  pero siempre tenía quien la protegiera. Se hizo mayor y mamá preparó la cestita para ir a la universidad, con muchos billetitos para pagar matrícula, libros, estancia y discotequeo. Si ya era fácil antes ¡¡no veas ahora  lo que sonreía! ¿Para qué dormir si ya soñaba despierta? Tan distraída estaba entre apuntes y novios que, cuando quiso darse cuenta, ya andaba perdida en medio del bosque. La oscuridad apareció de la nada, menuda crisis le entró a la pobrecilla. Llamó a todas las puertas que encontró pero ninguna era la de su abuela ¡¡En muchas sobraban hasta los nietos!! Suerte que pudo volver a su hogar, donde sobrevive con lo que su madre cobra del paro.

              Me despidieron hará una semana, sin explicación. Ni siquiera haciéndolo bien pude conservar mi puesto. Antes sobraba con un graduado, ahora ni con carrera. Me dicen que son los recortes, me dicen que necesito más títulos, me dicen demasiadas cosas. Sé perfectamente que los que andamos fuera somos igual o más capaces que los que siguen dentro, pero ajo y agua. En septiembre empezaré mi segunda carrera, más que nada por estar ocupado. Otros ya van por la tercera y muchos ni podrán pagarse una ¿Servirá de algo? ¿Servirá de nada? Cada vez el lobo tiene las orejas más sucias. No queda otra que dejarse llevar.

3 comentarios:

  1. no me gusta, me encanta.
    FDO.otra caperucita.

    ResponderEliminar
  2. Otra forma de entender el cuento... Aunque me gusta más la interpretación original, "no dejarse camelar por los lobos".

    ResponderEliminar