martes, 11 de agosto de 2015

Back to Liverpool: Berry & Rye, bar clandestino.

              La historia que hoy relato ocurrió una fría noche de miércoles, en una ciudad cualquiera, de la forma más inesperada posible. Me hallaba sentado a la mesa, frente a un caballero de envidiable cabellera e innegable carisma, Bonafaux le llamaban, devorando un grasiento muslo de pollo acompañado por unas patatas fritas que, debido a la longeva vida del aceite en el que habían sido bañadas, dejaban un extraño pero no del todo desagradable regusto a pescado. Nos encontrábamos tan cansados y famélicos que durante al menos siete minutos mantuvimos un profundo silencio, únicamente perturbado por el rumor de los mordiscos. Ni siquiera usamos cubiertos, por lo que para cualquier observador casual la escena habría resultado ciertamente prehistórica. De pronto, cuando el aburrimiento estaba cerca de llevarnos a la cama, la ventana del salón se abrió en un estruendo, permitiendo que una breve pero intensa corriente de aire otorgase vida a nuestras servilletas, que comenzaron a bailotear sobre la mesa con mayor salero del que yo podría soñar. Seguidamente escuché unos gritos, sin duda provenían de la calle, y al inclinarme pude discernir en la oscuridad unos ojos brillantes bajo un brazo que se agitaba de lado a lado, tratando de captar mi atención. Allí se encontraba nuestro buen amigo Pablo que, debido a la ausencia de portero automático en este edificio, no tuvo otra que tirar de voz y de aspamientos para conseguir que le abriéramos la puerta. Así se hizo, y gustosamente le recibimos entre risas y abrazos.

           La velada se animó sobremanera, un auténtico festival, pues hacía un año que no coincidíamos y había muchas desventuras de las que ponerse al día. Tratándose de tres hombres en la plenitud de sus vidas no os costará demasiado adivinar cuales fueron los temas abordados. La luna brillaba como moneda recién pulida, y tras dos horas de acalorada discusión sobre las más novedosas artimañas, triquiñuelas y avances en la conquista de mujeres, decidimos trasladar nuestra inesperada reunión a las calles. Supuse que tratándose de un día laborable difícilmente podría perderse mucho ahí afuera, pero a modo de coche explorador Pablo tomó la delantera y prometió  llevarnos hasta un bar de insuperable encanto, de belleza intacta, algo así como El Dorado. A decir verdad no parecía estar muy seguro del emplazamiento, por momentos creí caminar en círculos ¿Pero quién podría abandonar tal aventura? Con la sutileza que le caracteriza, Raúl trató de sonsacar a nuestro líder alguna información, algo tranquilizador, pero andaba demasiado concentrado en encontrar la ruta. 

          — ¡Aquí es! — exclamó Pablo, y se paró en seco, cual zahorí sobre corriente de agua subterránea. Resultó ser una peluquería. 

             Casi habíamos perdido la esperanza cuando de nuevo se detuvo y, ante una fachada completamente negra, volvió a repetir "¡Aquí es!". Bonafaux y servidor nos miramos de reojo, con recelo, pues aquel lugar distaba mucho de nuestra idea de bar. Estaba cerrado a cal y canto, como búnker de guerra, y no había rastro de carteles luminosos o anuncios de bebida. La puerta era maciza, las persianas estaban bajadas y ni siquiera aguantando la respiración pudimos percibir el más mínimo ruido. 

           — ¡Que sí, que es aquí! Voy a llamar — añadió con aplomo, y educadamente golpeó con sus nudillos aquel imponente portón. Tres veces, ni una más ni una menos. Se hizo el silencio, nada parecía suceder...En la calle, por supuesto, ni un alma.  ¿Acaso éramos tres tontos muy tontos? Chirrió un cerrojo mal engrasado y acto seguido, ante nuestra estupefacción, apareció un gorila de dos metros, con la cabeza rapada, traje impoluto y pinganillo. Tragué saliva. Aquel armario ropero nos miró de pies a cabeza, con extremada seriedad, y le bastó con un gesto. Estábamos dentro, y sí, era único. 


                Supongo que mi relato os habrá cautivado, pero como de costumbre ya es muy tarde y optaré por seguir escribiendo de forma más sencilla. El "Berry & Rye" no será el bar más bonito de Liverpool, pero te introduce en una atmósfera que muy pocos sitios consiguen. Es un lugar bastante selecto, con una clientela que presupongo fija, y por lo que he leído en foros no siempre te lo ponen fácil. En resumen, si no les da la gana ni te abren la puerta. Tiene pinta de ser muy antiguo, pero está impecable, y para mi gusto la música es inmejorable. Rock y Jazz  años 20, según Raúl. Funciona de forma prácticamente clandestina, aunque claro con Internet la cosa se complica. Los camareros son amables, especialmente una chica rubia que no dejaba de traernos agua fresquita, y los menús/cartas están camuflados en el interior de libros. Supongo que están inspirados en la época de la ley seca, donde se prohibió el consumo de alcohol y tendrían que apañárselas por si venía la policía (Esto son elucubraciones mías y de Pablo, vete tú a saber). 

Libro sobre Londres con el menú escondido en páginas centrales.

          Pasamos un rato genial y extremadamente surrealista, sentados en ese antro prácticamente perdido en los alrededores de China Town...aunque lo mejor fue la conversación, nos dio por airear batallitas y anécdotas. Pablo hizo que nos meásemos literalmente de la risa con la historia de cómo su hermano acabó adoptando un burro y lo utilizó como medio de transporte para ir a la universidad. Verídico, hay fotos, y si alguien quiere lo contaré en detalle. De película.

Os adjunto comentarios sobre el bar escritos en foros:

"On arrival I was a bit uneasy as the doormen made me feel awkward entering but once inside I settled in for a wonderful evening!! Decor is amazing! Old fashioned books, lamps, a piano in the corner. The drinks menu is delivered inside a book just like it would have in the prohibition. A real quirky place with great atmosphere and great drinks! A little pricey but a great night was had by all"
"Great little place if u can find it. Knock on the door , if there is space they will let u in. Speakeasy bar with lovely cocktails . Nice relaxed atmosphere. Staff only too pleased to make a recommendation." 

"When you finally realise where this place, if they actually open the door and let you in...... Welcome to jazz paradise.It's a dark and dingey place (in the best kind of way). A very sexy seductive feel as if you're not supposed to be enjoying yourself. Drinks menu is hidden within a novel. All adds to the fun."
"Went to Liverpool and found this place online. I can categorically say it was incredible! The drinks were delectable, the staff were sensationally attentive and full of great chat. Nice friendly chilled atmosphere. The piano man and the rendition of frank Sinatra was just breathtaking. I want to live here!!!"

Y no, no revelaré la calle. Que continúe el misterio... 



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