sábado, 8 de agosto de 2015

Back to Liverpool: intercambiando idiomas.

            Me até los cordones, agarré mi querida chupa de cuero y, chicle en boca, acompañé a Raúl hasta nuestro bar talismán, el "Fly in the Loaf" en Hardman Street, al que asistimos puntuales cada jueves a eso de las 8 p.m. y donde hemos alistado a cada uno de los miembros  de la que podría denominarse "nuestra peñita de Liverpool". Creo que todas las noches memorables que he pasado en Inglaterra comenzaron al fondo de este garito, "El fly", sentados entre desconocidos, cervezas y algún que otro silencio incómodo. Curiosamente, a pesar de haber pasado un año y no haberlo planeado, nadie ha faltado a la cita este Agosto...Miento, no ha venido el Italiano-loco-bailarín...Jodido personaje. Me gustaría hablaros de él en detalle, da para novela de suspense, pero ya es muy tarde y además creo que le tengo en Facebook. Podría encontrar este maravilloso blog, ofenderse y venir a degollarme o, lo que es peor, querer que recuperemos el tiempo perdido. Hay personas a las que no aguanto e inexplicablemente yo a ellas les caigo cojonudo ¿Os ha pasado? El  Italiano-loco-bailarín es un ejemplo. 


               Que estaba  yo diciendo...Ah, sí, el "Fly in the loaf". Es un sitio carete pero que merece mucho la pena visitar ya que organiza habituales intercambios de idiomas (language exchange), y los jueves toca English-Spanish. Normalmente sobra gente de habla hispana, malditos seamos, pero algunos días hay suerte y tienes a tres guiris para consumo propio. Recuerdo que el año pasado llegamos cargaditos de prejuicios, de esos que nos inculcan en los pueblos "¡no hables con desconocidos hijo mío!", y no fue fácil dar el paso. Qué estúpidos podemos llegar a ser, Dios mío. Tendemos a pensar que todo aquello que nos resulta desconocido es cosa de gente raruna, de frikis, y no hay nadie más raro que el que se niega a integrarse. Hablando claro, somos unos cagones. Reconozco que cambiar de país, entrar a un bar y sentarte en una mesa con veintitantas personas de varias nacionalidades para chapurrear sobre tu vida puede ponerte nervioso, pero estoy súper orgulloso de haberlo probado y ojalá pudiera contagiaros las ganas. A veces va gente admirable, con mucho mundo en sus zapatos y  mil anécdotas, a los que disfruto escuchando. El año pasado conocí a un chico que había mandado al carajo su carrera de ingeniero para volverse escritor y todavía le envidio. Estaba en Liverpool ultimando el guión de una película sobre la mafia Italiana, le fascinaba la mafia. Ayer me senté junto a un señor desgarbado que rondaría los setenta, de melena blanca, barba hipster y traje, que había dedicado años de su vida a ayudar a los necesitados en África e incluso trabajó como dentista de la familia real de Dubai (Igual mintió y ahora se está partiendo su arrugada caja). Por último, y no por ello menos importante, siempre acude alguna chica de infarto y te pasas dos horas esperando que haya sitio libre a su lado para intentar sacarle el número con la excusa de querer ayudarla con su español. Al ser artículos de lujo suelen estar rodeadas de babosas, pero beben tanta Guiness que cada 16 minutos alguno escapa al baño y surge una vacante. 

Ahí me tenéis, preparado para robar idiomas.

            Como iba diciendo acompañé a Raúl "El culto" hasta el Fly, pero esta vez no era Jueves, sino Martes. Me comentó que había quedado con un chico que conoció en el intercambio de la semana anterior y, gorrón de mí, me apunté al instante.Vaya si acerté, porque hasta el momento ha sido una de las tardes más originales y mejor aprovechadas de mi estancia en el Merseyside. Se llama Eddie, tiene el pelo alborotado (sin las mechas de color), y apareció cuando nosotros ya casi habíamos tumbado la primera pinta. Ronda los 25 y trabaja como periodista en las llamadas Tabloids, que son revistas que revelan datos absurdos/curiosos como "La mujer más gorda del mundo vive en la India" o "Los siete pasos para ser bueno en la cama". Eddie quiere llegar a hacer periodismo serio, pero mientras tanto se gana el pan y se echa unas risas. Me demostró ser un magnífico profesor de inglés, y junto con Bonafaux intenté explicarle la cantidad de usos que tiene el verbo "Quedar" en castellano: Quedar con alguien, quedarse helado, queda poca gente, quedamos como amigos, me quedé sin gasolina...Resultó ser un alumno muy aplicado. Le caímos muy bien desde el principio, sobre todo yo, y nos invitó a acompañarle a otro bar más barato donde poder seguir con la clase. En el trayecto nos confesó que los españoles somos "muy tocones", que no paramos de dar palmaditas en la espalda y rozar mientras hablamos. También se quedó congelado porque había olvidado coger chaqueta pero lo solucionó con otra pinta. Liverpool es una ciudad de bares con encanto, así de claro, y el local al que nos llevó me dejó prendado. Se conoce que John Lennon solía beber ahí de joven y tienen una foto suya colgada tras la barra. Eddie y yo tratamos de copiar aquel gran momento de la historia.

Somos los de la derecha.

          El intercambio de idiomas acabó desvariando y dedicamos más de una hora a palabrotas y cochinadas varias. Aprendimos todo lo que no aparece en los libros. 

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