jueves, 15 de marzo de 2012

¿Cómo lo quieres?

              Sabes cómo entras, pero no cómo saldrás.  Aún así te arriesgas cada dos meses, menudo machote estás hecho. La última vez juraste, al menos, cambiar de sitio....pero ahí estás, sentado en la misma silla frente al espejo de siempre. Botes de gomina, laca y colonia abarrotan cada estante, cual libros en biblioteca. Pósters de jóvenes repeinados que nunca estuvieron ahí adornan las paredes. Date diez  minutos y echarás de menos tu actual reflejo. Adiós, querido...adiós.

               La palabra "cita" siempre me pone nervioso, sea cual sea su contexto. Si además le añades "con el peluquero", es para echarse a llorar. Cómo odio esos días en los que mi mamaíta comienza a toquetearme la cabeza mientras suelta eso de "vaya pelos más asquerosos llevas". Tarde o temprano habrá que solucionarlo...más que nada por no escucharla. Quizás es cosa mía, pero creo que las madres perciben comisión en cada corte.

               Entras en el local y esperas tu turno, hasta para las torturas se debe hacer cola. Mientras tanto, echas un vistazo a  interesantísimas revistas de cotilleo caducadas hará un mes. De pronto escuchas eso de "Te toca, chaval", y ya no hay vuelta atrás. Tomas asiento y te colocan ese babero para que no te piquen los pelitos, que amables. Entonces llega la pregunta del millón "¿Cómo lo quieres?"


                 Los peluqueros siempre están seguros de lo que hacen, pocos currantes tendrán tanta confianza en sí mismos. No es necesario darles demasiadas explicaciones, ellos siempre te entienden. Qué genios. Por sus manos-tijera pasarán 20 personas al día, pero si tú dices "Lo quiero como siempre", así se hará. Memoria fotográfica, oye. Lo mismo tienen un álbum de clientes sobre su mesilla de noche...

                Clavas la mirada en el espejo y no te mueves ni un milímetro, no vayan a dejarte a lo Van Gogh. El pelo cae y cae sobre tus hombros cómo hojas en otoño. Las tijeras no paran de sonar, chis-chas chis-chas. De pronto el artista se detiene a contemplar su gran obra y respiras aliviado. "Tampoco ha quedado tan mal, reto superado". Desafortunadamente retoma su tarea, sin consultar. Un poco más aquí, otro poco más allá... ¡¡¡¡Ahora sí, guapísimo, el desastre es perfecto!!! Son 15 euros.

                  "Qué, ¿cómo te ves?" 
 

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