sábado, 3 de marzo de 2012

Ponerse la bata

              Viernes noche, alabado seas. Cinco días esperándote y por fin llamas a la puerta ¡Justo cuando me había olvidado! Menudo remolón estás hecho, haciéndote de rogar los lunes y flaqueando los jueves...¡granuja! De tanto repetir estrategia no sé cómo sigues manteniendo mi interés. Cualquier día te cambio por el sábado, sin pestañear...¡Luego no vengas suplicando!

              Atrás quedan cinco jornadas de trabajo, vitrocerámica, estropajo y...¿por qué negarlo? Algo de vicio. Ayer incluso me dejé caer por una cata de vinos y fingí ser experto. Que si taninos, que si afrutado...Lo mejor será desconectar ya, acomodarse y disfrutar el momento ¡Cómo eché de menos este colchón mientras buscaba postura en la T1! A lo tonto, ya hace una semana... Basta de cháchara, se hace tarde y debo escribir. Bajemos la persiana. El flexo ya alumbra este teclado y, con suerte, mis ideas. 

                     Recuerdo a mis profesores. Especialmente, a esos que me dejaban sin recreo y querían hablar con mamá...para felicitarla, claro. Ni siquiera he olvidado sus nombres, cosa que no tiene demasiado mérito. Todos se llamaban igual, "profe". Pasa igual con los camareros, todos son "perdona". Cuando era alumno nunca me plantee ciertas cosas. Tenía la sensación de que los maestros no eran terrícolas. Siempre  puntuales, siempre correctos, serios el 120 % del tiempo y con cara de sospecha. Seres inquietantes... la tiza parecía su mascota. Hubiese jurado que nacieron viejos, con gafas y libro bajo el brazo. Qué dedicación, que entrega ¿Quién iba a pensar que maldecían el despertador cada mañana por tener que ir a trabajar?


                  Curiosamente, ahora vivo al otro lado de la ley. Un profesor más, cuesta creerlo en muchas ocasiones. De hecho, si por urgencia alguien exclamara "¿Hay algún profesor en la sala?", me costaría reaccionar. Inmaduro de noche, "profe" de día. Doble vida en toda regla, cual Súper Héroe. A cien metros del colegio comienzas a cruzarte con pupilos y, con estudiado disimulo, te plantas el antifaz. De pronto eres capitán perfecto. Fuera abrigo, toca bata blanca ¡Abran sus libros por la página 100! ¡Más les vale no rechistar o desearán no haber venido!  Seis horas después la bata ondea en el perchero y los poderes desaparecen. Vuelves a ser Clark Kent. Toca ir a casa, chatear y decir palabrotas.

           

3 comentarios:

  1. Según dicen un profesor debe serlo fuera y dentro del colegio, aunque como tú dices, una doble vida suena mucho mejor =)

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  2. Y si no que se lo pregunten a Dexter Morgan

    Firmado: el abuelo

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  3. Pues estoy totalmente de acuerdo...no se qué me pasa los viernes...que una marea de palabrotas brota de mi boca a eso de las 6 de la tarde...Y los domingos, a las 10 de la noche...comienzza la transformación...mucho más refinada...jaja

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