Gracias por su visita

        Para algunos, hoy es sábado y mañana será domingo. Démosle un caluroso aplauso a ese hombre prehistórico que puso un tronco sobre un río e inventó los puentes (Por si no ha entendido el chiste, estoy intentando relacionar esta acepción y la de día festivo). Los que tenemos la inmensa suerte de trabajar y cobrar por ello adoramos este suceso ¡Bendito lunes dedicado a la más pura de las vagancias! De todos modos, si lo mejor del sol es la sombra, lo mejor de un día libre es saber que existe una obligación que retomar. No importa la pupita que haga el despertador cada mañana.

          Ayer, mientras disfrutaba un sano café en compañía de esos amigos a los que llamo hermanos, eché un vistazo a las servilletas del bar. Apenas limpian, son diminutas y raspan cual estropajo ¡Siempre las he odiado! No intenten utilizarlas como pañuelo, por favor...su nariz lo agradecerá. Habrá quienes las tengan cariño por servir como contrato o forma de recordar teléfonos. En mi opinión, si de algo presumen, es de buena educación. Nunca amarga escuchar gracias, aunque sea en boca de una supuesta servilleta. 

          Quisiera despedir este mes de Abril, aguas mil, dando gracias a todos aquellos que hacen engordar el contador de visitas y justifican que escribir merece la pena. Ya van más de cuatro mil, se dicen pronto.  No pensaba que esto de bloggear fuese tan divertido. A algunos os conozco y a otros me gustaría conoceros. Si he conseguido hacer pensar o reír, aunque sólo haya sido una vez, me doy por satisfecho. De poco valen mis palabras si no hay nadie para escucharlas al otro lado. De verdad, y no lo digo por decir, GRACIAS A TOD@S.

           Lo que comenzó como simple forma de llenar el vacío dejado por una dama, se ha convertido en 58 entradas y un pasatiempo casi diario. Este rincón es mi psicólogo y espero que lo siga siendo, no hay nada más barato. Nos vemos, visitantes.