martes, 10 de abril de 2012

Maldito DiCaprio

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         Ayer fue una de esas tardes en las que no sabes que hacer y, de pronto, piensas: "¿Por qué no voy al cine?" "Hace siglos que no lo piso" Entré en Internet, ese lugar donde antes abundaban las películas, y eché un ojo a la cartelera. Al principio poco llamó mi atención, simplemente una de Bruce Willis (La fría luz del día). Soy de esos que van al cine buscando persecuciones, efectos especiales y un guión que no insulte demasiado al público. En definitiva, entretenimiento. El viejo Bruce suele ser una buena opción. Aún así bajé un poco la mirada y...TITANIC. Siempre que escucho esas siete letras siento un escalofrío, lo reconozco.

       Supongo que James Cameron no es, ni de lejos, el mejor director de la historia. Aún así le admiro enormemente, sus películas poseen espíritu. Por lo que he leído, Titanic se convirtió en su obsesión durante años. En palabras del canadiense, es "su bebé". No se conformó con dirigirla de forma magistral, también escribió el guión (brillante en mi opinión) y rodó este documental, con el que pude deleitarme en los salvajes IMAX de Barcelona. Cuando alguien disfruta y siente lo que hace se nota inmensamente en el resultado. Juraría que James gozó como un jabato, casi tanto como yo en la butaca. El film posee una magia muy especial, cada fotograma late y hace latir. Quizás ayude el hecho de estar basada en hechos reales que superan cualquier ficción. Ya pasan cien años (15-04-1912) de aquella espeluznante catástrofe.

Cameron sumergido en el rodaje.
       A pesar de haberla visto tres o cuatro veces, siempre en TV, no pude resistirme. El pasaje costó casi 10 € (Sí, sí, no se pellizque). Lo llamo pasaje porque, una vez apagadas las luces y arrancado el proyector, te conviertes en un pasajero más del lujoso buque. Pocas películas han conseguido hacerme cruzar la pantalla como esta. Para los más curiosos añadiré que por 30 € podría haberme subido en el verdadero (3º clase, claro). He de decir que el precio hizo tambalear mis piernas por dos razones: ya la había visto y  el 3D está sobrevalorado (para mi gusto). Gracias a Dios, en sólo quince minutos, olvidé completamente la estafa. Es más, me alegré de haber soltado la gallina. Han pasado quince años y la película sigue más viva que nunca, todo un clásico. La sala estaba completamente llena pero la atención y el silencio eran tales que parecía vacía. Amo el cine.

    Tres horas sin desperdicio. Buenos diálogos, buena puesta en escena, buenas interpretaciones y sobresaliente banda sonora. El argumento me invade con tanta rapidez y facilidad como aquellas frías aguas al transatlántico. Las imágenes son demoledoras. Retrato perfecto de la sociedad clasista y cómo no, del amor. Si, AMOR, en estado puro. Todos hemos sido Jack o Rose en algún momento de nuestras vidas, mal que nos pese. Ambos valoraban al otro más que a sí mismos. Juntos hasta el mismísimo final. Impresionante.


         No son pocos los que critican a muerte esta obra maestra. La denominan "pastelada" "romanticada" y sinónimos. Se ve que en este país hay mucho "machote", mucho hombre de azada en mano y bota llena de vino ¿Qué queréis que os diga? Lloré de nuevo con la muerte de DiCaprio, yo y media sala. Maldito DiCaprio. Ni el tío de mi izquierda, que al principio presumía de hombría, pudo disimular. Su querida novia le vio derrumbarse, atónita. Todos hemos reído y llorado por amor, qué coño. A mi no me vais a engañar, Stallones del tres al cuarto. Mil seiscientos muertos bien valen unas lágrimas. El amor mueve el mundo.

           Gracias, James, por este regalo. Descansen en paz.      

1 comentario:

  1. La verdad es que nunca me ha gustado Titanic, creo que debo ser una de las pocas tías que tan solo la ha visto una vez (y suficiente). Hay que tener en cuenta que no tengo problemas en ver películas varias veces, y las que me gustan, las veo sin parar.
    Pero... Buah... No sé cómo has conseguido «derretir el hielo» que sentía con esta película, esta historia. Puede que alguna vez vuelva a verla, seguro que no me quitaré de la cabeza tus palabras. Has conseguido que mis ojos quieran llorar... No, ¿eh? :p ¡Un abrazo, maestro!

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