miércoles, 15 de febrero de 2012

Los mismos tontos de siempre

            La vida nos empuja a cambiar y es inútil negarse. Hasta los chinos se cansan del arroz. El tiempo nunca se detiene, por muy aburrida que sea la película. Parecemos concursantes obligados a elegir entre la puerta número 1, la número 2 o lo que haya en la caja. Carlos Sobera se encargará de ponernos nerviosos. Las normas del juego son claras: no podemos pasar de fase sin alejarnos inevitablemente de la anterior. Plantarse es de cobardes, nadie dijo que el camino fuese fácil. Échale cojones y menea ese culo gordo que tienes. Con suerte girarás el pomo correcto sin perder el bote acumulado. 


              Vives en otro lugar, cosa que juraste no hacer. Jurabas demasiadas cosas que no pudiste cumplir. Cada elección, por pequeña que fuese, modificó tu destino y te emplazó en este momento ¿Qué otra cosa podías hacer? Quizás te equivocaste...De todos modos, así no se está nada mal. Simplemente te adaptas a cada vaivén, coges una ola y buscas la siguiente. 

               Si algo echas de menos es a tus amigos. Ellos también tuvieron que concursar llegado el momento. Cuántas batallas juntos, cuántas penas, cuántas glorias. Ojalá estuviesen aquí, ayudándome a escribir estas líneas.  Todo sonaba mejor estando juntos. Parecíamos un reloj suizo funcionando a la perfección, pero hubo que distanciarse. Imposible pensar en ellos sin soltar una carcajada que despierte al vecindario. Menos mal que la amistad es como un buen chicle, por mucho que estires de los lados siempre permanece unida. De cuando en cuando volvemos a ese rincón de nuestro viejo bar, derrochando abrazos, recordando anécdotas pasadas y, por qué no, creando muchas nuevas. El tiempo habrá pasado, la vida habrá cambiado...pero somos los mismos tontos de siempre. Así sea por los siglos de los siglos.  
          

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